Razones tenían los que se plantearon que el empeño consistente en
el saneamiento de la economía española no era cosa de un solo
partido político. Los Pactos de la Moncloa fueron el intento,
verdaderamente de emergencia, de aglutinar las voluntades de todas
las fuerzas políticas en aras de reconducir una situación
verdaderamente inquietante.
Distante de los proyectos europeos, la economía española exhibía
un cuadro clínico propio de una economía lejos de las avanzadas de
entonces. Su estructura productiva dependía en exceso de sectores
poco competitivos internacionalmente, la primera crisis
energética había dejado secuelas serias, reflejo de la ausencia
de reacciones de ajuste de la autoridades; la inflación que concluye
1976 en el entorno del 20%, se duplica seis meses más tarde, al
tiempo que multiplica por cuatro el promedio de la inflación
existente en las economías industrializada.
El deterioro de la capacidad competitiva de la economía se
refleja igualmente en un sector exterior deficitario, que no deja de
drenar reservas exteriores y generar aumentos en la deuda exterior.
Consecuencia de todo ello son las cautelas que mantienen los
inversores extranjeros respecto al " riesgo español", manifestado en
una casi total sequía de flujos de entrada de capitales exteriores.
El paro en ese año ( algo inferior a 950.000 personas )aunque
todavía no ha alcanzado los niveles récord que registraría años más
tarde, pero el ritmo de destrucción de puestos de trabajo ya
anticipaba lo que sería el principal problema de la economía
española en su transición democrática.
Argumentos todos ellos suficientes para, venciendo las
diferencias entre los todavía jóvenes partidos políticos, propiciar
la conjunción de esfuerzos en aras de la escapada de ese círculo
vicioso.
Lo relevante no era tanto definir un nuevo paquete de medidas
económicas, después de los muchos ensayados años antes, sino hacerlo
sobre la base del acuerdo y concertación.
Más importante que los resultados concretos de esos acuerdos, o
de la evaluación que merezca su grado de cumplimiento final, fue el
clima de concordia transmitido lo más relevante de ese año,
primero en reuniones con los sindicatos en agosto, para concluir en
la escenificación final el 25 de octubre de hace veinticinco años.
A partir de entonces se iniciaría un largo y doloroso camino
hacia la normalización de la economía española que tendría su
hito más relevante diez años más tarde tras la participación de
España en la dinámica de integración europea como miembro de pleno
derecho.