Domingo, 28 de octubre de 2001

Número 834

Interdependientes 

EMILIO ONTIVEROS

Uno de los rasgos más característicos de la actual situación económica internacional es la sincronía cíclica que presentan la generalidad de las economías nacionales: las grandes y las consideradas emergentes, casi sin excepción, se encuentran inmersas en una manifiesta desaceleración. Algo que, al no ocurrir en las recesiones de principios de los años noventa, amparaba hasta hace poco tiempo la presunción del relevo dinamizador de la economía mundial: cuando la larga fase expansiva de la economía estadounidense diera muestras de agotamiento, tendríamos a las economías europeas dispuestas a tomar el testigo del crecimiento. Así lo asumía, por ejemplo, el Banco Central Europeo: a tenor de los limitados vínculos comerciales entre Estados Unidos y el área euro, ésta no tendría razones para inquietarse tras los primeros síntomas de enfriamiento de aquélla.

La realidad está demostrando lo contrario. ¿Casualidad o consecuencia irreversible del avanzado proceso de globalización? Por extraño que parezca, la investigación sobre la naturaleza de los vínculos que explicarían esas interdependencias no es abundante, mucho menos cuando se trata de analizar las conexiones cíclicas entre las economías avanzadas y las menos desarrolladas. A cubrir esa laguna se han dirigido dos ensayos del personal investigador del Fondo Monetario Internacional (FMI) incluidos en el capítulo 2 de su último World Economic Outlook.

De la revisión de los vínculos cíclicos en el periodo 1974-2000 se deduce como conclusión más genérica que su distinta intensidad a lo largo del tiempo depende de la naturaleza, la magnitud y el origen de las perturbaciones que afectaron a cada economía.
En todo caso, la dirección y magnitud de la fluctuación de la producción nacional en torno al denominado output potencial tiende a ser similar, como se ilustra en las, por lo general, amplias y positivas correlaciones entre los outputs gaps de todas las economías del Grupo de los Siete (G-7). Lo excepcional es lo ocurrido a principios de los noventa, cuando la distinta naturaleza de los shocks provocadores de la recesión (reunificación alemana, pinchazo de la burbuja especulativa en los precios de los activos japoneses ) alteraron significativamente los patrones de correlación en el seno de ese grupo de economías.

En esa suerte de resurrección de los vínculos cíclicos entre los grandes (de comportamiento de los outputs gaps en la misma dirección) a la economía de Estados Unidos se asigna un papel central, consecuente con el liderazgo que ha mantenido en los recientes procesos de innovación y en la capacidad de atracción de capitales exteriores.

Además de la interdependencia comercial, la asociada a la creciente integración financiera entre un numero creciente de economías se ha revelado como un importante canal de transmisión de perturbaciones de extensión internacional. La diversificación transfronteriza y el arbitraje entre diferentes activos y pasivos financieros (la explotación de las diferencias en los precios de activos) ha aumentado de forma espectacular en los últimos años. Las inversiones directas y de cartera son las que reflejan los mayores incrementos en esos activos y pasivos, de forma particularmente intensa a partir de 1994, con una extensión igualmente destacable del número de agentes que mantienen esa diversificación, en especial las familias.

Un papel importante en esa creciente interdependencia financiera, en el arbitraje entre activos homogéneos, lo ha jugado la innovación de esa naturaleza, garantizando de una forma cada vez más explícita la intensa y positiva correlación entre los rendimientos de las acciones.

Conclusiones relevantes para todos, que obligan a atender la evolución de las economías y de los mercados financieros externos con atención.
Para las empresas, con bastante independencia de su tamaño o proyección internacional, para las familias que mantengan parte de su riqueza financiera en inversiones individuales o colectivas en activos en el exterior, pero también y no menos importante, para las autoridades, que se verán obligadas a algo más que observar: a coordinar y cooperar en la definición e instrumentación de sus políticas económicas. A ceder soberanía, en definitiva.