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EMILIO
ONTIVEROS
Uno de los rasgos más
característicos de la actual situación económica internacional
es la sincronía cíclica que presentan la generalidad de las
economías nacionales: las grandes y las consideradas
emergentes, casi sin excepción, se encuentran inmersas en una
manifiesta desaceleración. Algo que, al no ocurrir en las
recesiones de principios de los años noventa, amparaba hasta
hace poco tiempo la presunción del relevo dinamizador de la
economía mundial: cuando la larga fase expansiva de la
economía estadounidense diera muestras de agotamiento,
tendríamos a las economías europeas dispuestas a tomar el
testigo del crecimiento. Así lo asumía, por ejemplo, el Banco
Central Europeo: a tenor de los limitados vínculos comerciales
entre Estados Unidos y el área euro, ésta no tendría razones
para inquietarse tras los primeros síntomas de enfriamiento de
aquélla.
La realidad está demostrando lo
contrario. ¿Casualidad o consecuencia irreversible del
avanzado proceso de globalización? Por extraño que parezca, la
investigación sobre la naturaleza de los vínculos que
explicarían esas interdependencias no es abundante, mucho
menos cuando se trata de analizar las conexiones cíclicas
entre las economías avanzadas y las menos desarrolladas. A
cubrir esa laguna se han dirigido dos ensayos del personal
investigador del Fondo Monetario Internacional (FMI) incluidos
en el capítulo 2 de su último World Economic
Outlook.
De la revisión de los vínculos
cíclicos en el periodo 1974-2000 se deduce como conclusión más
genérica que su distinta intensidad a lo largo del tiempo
depende de la naturaleza, la magnitud y el origen de las
perturbaciones que afectaron a cada economía. En todo
caso, la dirección y magnitud de la fluctuación de la
producción nacional en torno al denominado output
potencial tiende a ser similar, como se ilustra en las,
por lo general, amplias y positivas correlaciones entre los
outputs gaps de todas las economías del Grupo de los
Siete (G-7). Lo excepcional es lo ocurrido a principios de los
noventa, cuando la distinta naturaleza de los shocks
provocadores de la recesión (reunificación alemana,
pinchazo de la burbuja especulativa en los precios de los
activos japoneses ) alteraron significativamente los patrones
de correlación en el seno de ese grupo de
economías.
En esa suerte de resurrección de
los vínculos cíclicos entre los grandes (de comportamiento de
los outputs gaps en la misma dirección) a la economía
de Estados Unidos se asigna un papel central, consecuente con
el liderazgo que ha mantenido en los recientes procesos de
innovación y en la capacidad de atracción de capitales
exteriores.
Además de la interdependencia
comercial, la asociada a la creciente integración financiera
entre un numero creciente de economías se ha revelado como un
importante canal de transmisión de perturbaciones de extensión
internacional. La diversificación transfronteriza y el
arbitraje entre diferentes activos y pasivos financieros (la
explotación de las diferencias en los precios de activos) ha
aumentado de forma espectacular en los últimos años. Las
inversiones directas y de cartera son las que reflejan los
mayores incrementos en esos activos y pasivos, de forma
particularmente intensa a partir de 1994, con una extensión
igualmente destacable del número de agentes que mantienen esa
diversificación, en especial las familias.
Un papel importante en esa
creciente interdependencia financiera, en el arbitraje entre
activos homogéneos, lo ha jugado la innovación de esa
naturaleza, garantizando de una forma cada vez más explícita
la intensa y positiva correlación entre los rendimientos de
las acciones.
Conclusiones relevantes para
todos, que obligan a atender la evolución de las economías y
de los mercados financieros externos con atención. Para
las empresas, con bastante independencia de su tamaño o
proyección internacional, para las familias que mantengan
parte de su riqueza financiera en inversiones individuales o
colectivas en activos en el exterior, pero también y no menos
importante, para las autoridades, que se verán obligadas a
algo más que observar: a coordinar y cooperar en la definición
e instrumentación de sus políticas económicas. A ceder
soberanía, en
definitiva. |